En los últimos años, comprender cómo funciona el cerebro de los estudiantes ha sido fundamental para potenciar su desarrollo intelectual y emocional. En este contexto, la gestión académica de los colegios está jugando un papel fundamental, al coordinar estrategias que permitan aplicar estos nuevos conocimientos científicos directamente en los salones de clases.

Por ello, a continuación te explicaremos cuál es la ciencia detrás de la manera en que aprende nuestro cerebro, y cómo se puede utilizar esto para lograr aprendizajes profundos en los alumnos. 

Integrando la neurociencia en la gestión académica: un enfoque innovador

Hoy en día, gracias a la neurociencia, sabemos que nuestro cerebro se modifica continuamente cuando aprendemos, pero también cuando enseñamos. Asimismo, que este órgano, responsable de pensar, también es el encargado de sentir, por lo que los procesos de adquisición de conocimientos están íntimamente ligados con las emociones.

Con ello, cada nuevo aprendizaje y cada nueva experiencia, si es una pieza de información significativa para nosotros, se almacenará a modo de redes mentales, es decir, de forma interconectada con conocimientos previos, que pueden provenir de un salón de clases, pero también de cualquier otro aspecto de nuestras vidas (contexto social, cultural, vivencias personales, etc.). 

Sin embargo, para integrar esta nueva información en un conocimiento profundo, es necesario el paso del tiempo y la práctica. Esta es la razón: durante el proceso de aprendizaje, se generan nuevas sinapsis, que son las conexiones entre nuestras neuronas; y este vínculo solo se fortalece cuando volvemos repetidamente a una circunstancia similar.

A esta habilidad del sistema nervioso de cambiar constantemente con las experiencias, se le llama plasticidad. Lo que significa que nuestra mente se va construyendo a sí misma a lo largo de la vida, cambiando su estructura, generando neuronas, así como fortaleciendo o debilitando la relación entre ellas sin importar nuestra edad.

¿Qué significa todo esto para los docentes frente al salón de clases? Que las emociones, la interrelación de la información y las enseñanzas espaciadas son un aspecto importante para lograr una educación más enriquecedora, profunda y duradera en los estudiantes.

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Estimular las emociones

Como ya se mencionó, a medida que exploramos las conexiones entre el pensamiento y el sentir en el proceso educativo, vemos que el cerebro humano no solo es un órgano cognitivo, sino también emocional. En consecuencia, los aprendizajes más intensos y que mayormente perduran en la memoria son aquellos que emocionan y motivan a los estudiantes. 

Ante ello, es esencial fomentar dinámicas de juego y experimentación, donde sean capaces de poner en práctica sus conocimientos e hipótesis, encontrando satisfacción en comprender el mundo que les rodea.

Esto, además, es un recordatorio importante de que la enseñanza siempre va más allá de la mera transmisión de información, ya que también implica nutrir el bienestar emocional de los estudiantes. Para ello, es crucial cultivar un ambiente donde se sientan seguros, valorados y capaces de alcanzar su máximo potencial. 

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Interrelacionar la información

Por otro lado, debido a que los aprendizajes no se encuentran aislados, sino, más bien, interrelacionados en esquemas mentales, es más fácil para los alumnos aprender conceptos y retenerlos a largo plazo, si estos les son presentados de forma integral. Por ejemplo, a través de proyectos que estimulen el desarrollo de distintas habilidades (sociales, emocionales, racionales), y los hagan comprender diversos temas de una materia o, incluso, de diferentes asignaturas.

De hecho, trascender las fronteras disciplinarias les permite vincular distintas áreas de conocimiento, desarrollar un entendimiento más consolidado y poner en práctica lo que saben en situaciones reales. De este modo, podrán acceder a sus aprendizajes desde múltiples perspectivas, logrando un panorama más amplio de cada enseñanza.

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Considerar el factor tiempo

Por último, para que las relaciones neuronales se fortalezcan, es esencial que el cerebro pueda repasar la información. Y esto solo puede conseguirse con aprendizajes espaciados en el tiempo, que permitan que cada nueva enseñanza sea revisada, puesta en práctica y repetida. 

Este enfoque gradual posibilita que el cerebro asimile la información, estableciendo conexiones sólidas entre los conocimientos adquiridos y logrando su integración profunda en un esquema mental que servirá a largo plazo.

Indudablemente, el avance de la ciencia nos ha permitido conocer cada vez mejor la complejidad del funcionamiento del cerebro humano y, con ello, llegar a descubrir algunos de los mecanismos que subyacen al proceso de enseñanza-aprendizaje, para mejorar las dinámicas escolares.

Integrar esta información en estrategias pedagógicas se ha convertido en una necesidad para los colegios que desean estar a la vanguardia con una gestión académica relevante para las nuevas generaciones. Por este motivo, cada vez son más las instituciones que se están esforzando por crear entornos educativos donde la motivación, el aprendizaje significativo y la aplicación práctica de los conocimientos sean parte integral de las actividades diarias.

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